Aunque mucho se ha escrito sobre el conjunto de tareas que integran la
gestión logística, el figura 1 presenta una sintesis útil a los efectos de este
trabajo.
Bajo este marco conceptual -y admitiendo que las decisiones incluídas en
cada celda tienen carácter ejemplificativo-, se entiende rápidamente el
ámbito natural de las aplicaciones antes presentadas: por su concepción,
estos sistemas se centran en el nivel operacional, y su implementación integrada
facilita y agiliza las interfases entre las distintas actividades que la
componen (pronóstico, planeamiento de producción y de materiales, ...).
En las decisiones de caracter táctico, y más aún en las estratégicas, la situación
no es tan alentadora. Aunque se reconoce que se trata de las de
mayor impacto en el desempeño sectorial, -y por supuesto, también las de
mayor riesgo e inercia-, es habitual encontrar compañías altamente informatizadas
en el ámbito operativo, pero que a la hora de formular sus planes
de largo alcance sólo cuentan con la experiencia y buen sentido de sus
gerentes, condiciones necesarias pero hoy claramente no suficientes para
una performance satisfactoria. Lo que supone no sólo costos de oportunidad
importante para las empresas, sino también una injusta carga hacia
quien debe asumir estas responsabilidades sin herramientas de apoyo
acordes a la complejidad de los problemas enfrentados.
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